Cada vez llegan a nuestros bolsillos teléfonos móviles con más prestaciones que apenas utilizamos o de cuestionable utilidad ya que disponemos de otros aparatos que cumplen la misma función (cámara,
mp3,...)
Resulta que estos
aparatitos están compuestos en mayor parte de cobre, hierro y aluminio y en
menor parte de antimonio, tantalio, berilio,
níquel, cromo, plomo, cadmio, mercurio, arsénico,... Estos materiales son altamente contaminantes y en la mayoría de los casos acaban en una estantería o en el contenedor.
Existen lugares específicos (edificios públicos como facultades, tiendas de electrónica,...) donde pueden depositarse los móviles de manera que se evite una contaminación mayor. En el mejor de los casos se consigue arreglar y se envía a países en vías de desarrollo donde son muy valiosos.
Un dato más: la vida media de un teléfono
móvil es de 10 años y por regla general lo cambiamos entre los 18 y los 30 meses primeros. Nos cansamos de nuestro modelo o simplemente no lo cuidamos debidamente (me incluyo).
Así pues hagamos un consumo responsable de los recursos de los que disponemos, que son cada vez más y más variados.